Verte marchar

Hola a todos, me llamo Miriam González Álvarez, esta entrada ha sido un favor que me ha pedido Pablo (me lo cobraré), es el otro punto de vista sobre “Irte de casa”.

Irte de casa

Tarde o temprano, a todos y cada uno de nosotros, nos llega el momento de abandonar nuestro hogar, de salir del nido. Normalmente no es fácil (menos aún si te vas fuera), y en muchas ocasiones se dan situaciones de todo tipo que creo que estaría bien intentar recopilar aquí. En mi caso, irme de casa «no ha sido difícil» ya que me considero una persona bastante echada hacia delante y, sobre todo, irse de casa para estudiar no es lo mismo que independizarte económicamente de tus padres. No obstante, creo que los sentimientos de los que nos hemos ido para estudiar y los que se han independizado completamente deben ser parecidos. Y hablando de estos sentimientos, pienso que irse de casa es algo difícil, intentemos ilustrarlo con pequeñas reflexiones acerca de lo que opino sobre el tema.

Deseos

En primer lugar, sé que las 4:30 de la madrugada de un miércoles no son horas para escribir ninguna entrada, o al menos no deberían serlas. Pero resulta que en el lugar donde vivo (CMU Chaminade), mis amigos y yo tenemos la sana (o no tan sana) costumbre de tomarnos un Cola-Cao antes de dormir, y hoy se ha alargado más de la cuenta. Y como todas las cosas en la vida, este hecho conlleva unas consecuencias (entre ellas, esta entrada).

Y bien, hoy me apetece hablaros de deseos. Me apetece haceros pensar un poco acerca de ellos y que intentemos, entre todos, llegar a saber si lo que deseamos lo hacemos por alguna razón en particular o son pensamientos que nos vienen de repente, sin razón alguna.